La inflación impostada

La inflación en España en septiembre de 2023 es de 3,5%, es decir nueve décimas superior a la del mes anterior. Volvemos a remontar en un criterio que hay que cuidar. Una inflación alta supone graves perjuicios no solo para consumidores y empresas, sino para la economía en general. Pero esa inflación no solo posee causas objetivas que la justifiquen, ni es aleatorio su vaivén.  

La inflación nos está dando grandes problema en España desde hace más de un año. El IPC ha tenido un recorrido en el los últimos al alza, alcanzando en julio de 2022 su mayor nivel 10,8%. Como todos sabeis esto tiene incidencia en la economía por la menor capacidad de compra de consumidores, por los incrementos de costes de las empresas y por ende su traslado a precios, por impedir crecer la economía, por provocar un PIB más reducido. Bueno todo esto es de tod@s conocido, lo que si me gustaría es centrarme en las causas, ya que la inflación es consecuencia de algo, es decir, ese incremento de precios de las cosas se debe a causas que justifican dicho aumento.

En este aumento del índice de precios al consumo y de inflación, hay una parte de causas que podemos denominar justificadas por razones exógenas a los productos y servicios (guerra de Ucrania, falta de materia prima, aumento del precio de la energía, etc), mientras que otras podríamos adjudicarla a razones endógena a empresa y lobbies sectoriales que deciden aumentar los precios por razones que para nada se corresponde con el incremento de costes. A este último aumento de precio es lo que denomino la inflación impostada.

Es una ley económica asumida que en la mayoría de los productos y servicios se da lo que conocemos como elasticidad de mercado, que no es otra cuestión aceptada que a medida que una empresa aumenta sus precios disminuye su volumen de ventas. Esto es así en condiciones de mercado libre casi perfectos, sin embargo, cuando hay condicionantes estructurales de mercado como importantes lobbies sectoriales que manejan condiciones de mercado (sí ya sabemos que el tribunal de competencia actúa cuando hay acuerdo sectoriales para imponer condiciones a clientes o para eliminar competencia, pero sigue existiendo muchas prácticas en este sentido) y  se pueden llegar a imponer reglas de consumo desde las empresas limitando la libertad de acción de los consumidores, por eso hablar de libre mercado en la realidad está mucho más limitado de lo que creemos ante estas circunstancias. Es por ello por lo que el aumento generalizado de los precios hace que los clientes no tengan muchas opciones para decidir a quién comprar y a quien no, y es precisamente en esas circunstancias, cuando muchas empresas suben sus precios de manera injustificada, siendo esto más frecuente en productos o servicios de primera necesidad, por ser menos prescindibles para la generalidad de consumidores. Esta situación aporta eso que llamo una inflación impostada a la inflación general, que solo tiene una repercusión positiva en la rentabilidad de las empresas, para desgracia del cliente por tener menor capacidad de compra y sobre todo y más preocupante, en muchos casos para satisfacer necesidades primarias.

Por otro lado, no menos es cierto que cada empresa es libre de poner los precios que entienda conveniente a su oferta, sin duda, pero claro, cuando los incrementos de precios reducen las posibilidades de elección de los clientes a la hora de dónde comprar por existir subidas muy generalizadas y en muchos casos, precios poco diferenciados entre marcas, el escenario comercial es ciertamente áspero para el cliente de quién viven las empresas. En este contexto, los problemas para la economía del país son de más calado que dónde todo el mundo, empresas y clientes, gestionaran los efectos de la inflación con mayor sentido común.

La inflación impostada, es decir, ese incremento de precio injustificado o mejor dicho, justificado por un escenario que permite dicho aumento sin grandes consecuencias de consumo, es una manera de castigar al mercado. Esta provee de niveles más altos de rentabilidad a las empresas pero castiga enormemente el consumo del mercado.

Siempre he mantenido que las empresas viven del mercado y que este es, valga la metáfora, la vaca que genera el alimento necesario para las empresas y clientes, por lo que si maltratas a la vaca o la matas, las empresas obtendrán malos resultados y será un mal negocio para todos, también para los clientes. En relación a esto estamos viviendo ejemplos en el sector de la energía, del aceite, en la banca y en otros muchos sectores, dónde apreciamos comportamientos en algunas empresas dónde existiendo un incremento de costes que justificarían la subida de precios, se están aprovechando para añadir un margen mucho menos justificado en dicho precio, con el agravante de que en muchos casos, el cliente no puede castigar este incremento sin razón.

@rafacera

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