Cuando quién manda, no lidera en la organización

Trato un tema muy común en muchas empresas y/u organizaciones, la discrepancia entre liderazgo y autoridad. Este fenómeno puede socavar el rendimiento del equipo y afectar los objetivos empresariales, pero sobre todo siempre tiene efectos colaterales y casi siempre nocivo para la empresa. Exploramos las causas, consecuencias y estrategias para reconducir esta situación en tu organización. Lo haremos a través de una supuesta carta sobre el tema que se envía al/la CEO.

Estimado CEO,

Paso a relatarte mi posición sobre el tema que hemos tratado en la reunión con respecto a cómo ayudar a tu organización, así como a tu gente.

La alineación entre liderazgo y autoridad es fundamental para el éxito de cualquier organización. Sin embargo, en ocasiones nos encontramos con una discrepancia preocupante: la persona que lidera un grupo no es necesariamente la que ostenta la autoridad formal dentro del mismo. Este fenómeno plantea desafíos significativos en la gestión del equipo y el logro de los objetivos empresariales. En esta carta paso a determinar las causas, consecuencias y estrategias para reconducir esta situación en su organización.

La discrepancia entre liderazgo y autoridad puede surgir por diversas razones. En primer lugar, la estructura jerárquica puede no reflejar la distribución real del liderazgo dentro del grupo. Esto puede ocurrir cuando un miembro del equipo, a pesar de no tener una posición formal de autoridad, ejerce una influencia significativa debido a su experiencia, habilidades o carisma.

Además, los cambios en la dinámica del equipo o la introducción de nuevos miembros pueden alterar el equilibrio de poder, dando lugar a discrepancias entre quienes lideran de facto y quienes tienen autoridad formal. Asimismo, las deficiencias en la comunicación y la falta de claridad en los roles y responsabilidades pueden contribuir a esta brecha entre liderazgo y autoridad.

Las consecuencias de esta discrepancia pueden ser perjudiciales para la organización en múltiples niveles. En primer lugar, puede generar conflictos y tensiones dentro del equipo, minando la cohesión y la colaboración necesarias para el logro de los objetivos comunes. Además, la falta de alineación entre liderazgo y autoridad puede dar lugar a decisiones inconsistentes y falta de dirección, lo que afecta negativamente el desempeño y la productividad del equipo.

A nivel individual, esta situación puede desmotivar a aquellos que ostentan la autoridad formal, socavando su autoridad y minando su capacidad para ejercer un liderazgo efectivo. Por otro lado, los líderes informales pueden sentirse frustrados al no ver reconocido su papel dentro del equipo, lo que puede llevar a la desvinculación y la pérdida de talento.

Para abordar esta discrepancia de manera efectiva, es fundamental adoptar un enfoque integral que combine medidas estructurales y culturales. En primer lugar, es necesario revisar y ajustar la estructura organizativa para garantizar que refleje adecuadamente la distribución real del liderazgo dentro del equipo. Esto puede implicar la redefinición de roles y responsabilidades, así como la promoción de líderes emergentes.

Además, es crucial fomentar una cultura organizacional que valore y reconozca el liderazgo en todas sus formas. Esto puede lograrse mediante la promoción de la transparencia y la participación en la toma de decisiones, así como el fomento de un ambiente de trabajo inclusivo donde se valore la diversidad de perspectivas y habilidades.

Asimismo, es importante proporcionar oportunidades de desarrollo y capacitación para aquellos que ocupan roles de liderazgo formal, así como para aquellos que lideran de manera informal. Esto no solo fortalecerá las habilidades de liderazgo en todos los niveles de la organización, sino que también ayudará a alinear el liderazgo con la autoridad formal, promoviendo así la cohesión y el rendimiento del equipo.

La disonancia entre liderazgo y autoridad puede representar un desafío significativo para cualquier organización. Sin embargo, al abordar las causas subyacentes y adoptar estrategias efectivas, es posible reconducir esta situación y promover un ambiente de trabajo más colaborativo, cohesivo y orientado hacia el logro de los objetivos empresariales. Estoy a su disposición para discutir en detalle cómo implementar estas estrategias en su organización y maximizar su impacto positivo. Mandar no es liderar, pero liderar ha de suponer tener autoridad, de no ser así se presentarán efectos en contra de la empresa y sus intereses.

Atentamente,

@rafacera

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